"Cuando Diego se convirtió en Dios"
México 86: la historia del santafecino que llevó a Maradona sobre sus hombros
Roberto Cejas tiene 59 años y fue el hombre que llevó en andas a Maradona durante la vuelta olímpica
"Volvé a trabajar, Roberto. Dale, dejá de soñar". Maradona se había convertido en leyenda e Inglaterra había quedado en el camino. En su empleo en la Lotería de Santa Fe, a Roberto varios se le rieron cuando les aseguró que si la Argentina vencía a Bélgica la tarde del viernes 25 de junio, él empacaba con destino a México. El hombre fue y armó su valija.
Hay momentos inesperados que regalan una felicidad intensa, de esa que es difícil retener por mucho tiempo. Si en esos pequeños instantes generalmente se encuentra la alegría, cuando llega de manera impredecible agiganta todavía más esa plena sensación. Roberto es Roberto Cejas, el santafecino que llevó en sus hombros a Diego Armando Maradona en la vuelta olímpica del último campeonato mundial que obtuvo nuestro país. "Nunca supe cuánto tiempo fue, cuántos segundos. Es imposible saberlo aunque intente acordarme. El festejo era una locura, algo inexplicable: una persona nunca imagina que pueda suceder algo así", cuenta Cejas desde su provincia en charla con LA NACION.
Poco le importó a Roberto, de 29 años, que sus compañeros vean su arranque como algo lejano, imposible de concretar. El sábado 26 de junio a las 7 de la mañana, Cejas tomaría un vuelo directo al Distrito Federal. "Allá tenía amigos. Llegué y no había entradas, nada. Ya en el Azteca, éramos siete y sólo teníamos cinco localidades. Le dimos algo de plata a un boletero y pasamos: terminamos detrás del arco donde Argentina atacó en el primer tiempo y donde Brown convirtió el primer gol del partido", relata.
¿Fue difícil entrar en la cancha? Debajo de un sol agobiante, Cejas precisó la imaginación y un amigo que se ofreció de señuelo para que pueda lanzarse al campo de juego. Cuando el árbitro brasileño Romualdo Arppi Filho pitó el final, no quedaba mucho espacio para la duda. Argentina había derrotado a Alemania Federal por 3-2. "En la fosa, abajo, había policías con palos, esperando al estilo cocodrilos. Al que agarraban le pegaban, claro; también tenía un cerco de alambre. El foso no tenía agua porque con el calor que hacía no servía para nada, no era un impedimento. Apenas terminó el partido, cuando un oficial se distrajo, tomé impulso, salté y pude entrar por un córner", detalla. Gustavo Ripke, ex jugador de Colón, fue su compañero de aventura. Con la camiseta celeste y blanca, en varias fotos también se lo puede apreciar pegado a Maradona.
Posiblemente, todo argentino amante del fútbol haya visto la imagen de Cejas al menos una vez. En los buscadores de Internet hay decenas. Cuando se observan las fotos del festejo, es difícil no reparar en ese grandote de bigotes y remera multicolor que elevaba aún más a un Maradona encumbrado. "Yo soy alto, mido 1,90 metros. Venía corriendo atrás de Diego y en un momento él frena y me mira como diciendo '¡Dale, levantame!'. Primero subieron a Pasculli, a su lado, y seguimos con Maradona. Hacía un calor terrible, la humedad era insoportable, era pura adrenalina. Yo no veía nada, y Diego me manejaba con las piernas: '¡Vamos para acá, ahora para allá!', me decía. En el momento, nunca tomé conciencia de lo que estaba pasando".
En 2014, Cejas y Maradona volvieron a encontrarse durante el Mundial de Brasil, en el programa De Zurda |
Para Cejas, casi todo estuvo fuera de los planes. Sin programarlas, fueron 48 horas soñadas, que culminaron con un momento mágico. Un instante que surgió sin buscarlo. Confiesa que quedó encandilado por la cantidad de fotógrafos que inmortalizaron al hombre que llevaba arriba de sus hombros. "A Diego le pedí los botines y me aseguró que eran para su madre. Fui respetuoso, por supuesto. Inclusive, una vez que los jugadores recibieron la Copa del Mundo y bajaron a la cancha para dar la vuelta olímpica, intentamos hacerles una ronda. Nuestra idea era que ellos queden adentro y puedan festejar tranquilos", explica.
Roberto jugó en las divisiones inferiores de Colón, pero su vida y la de su familia estuvieron ligadas al básquet (su hija Melisa representó a la Argentina en el Mundial 2010). "Fui el último de los hinchas que mereció haber estado en ese lugar. Hubo miles de personas que hicieron un sacrificio mayor y yo caí el último día. Muchos de mis amigos estuvieron todo el mes en México. A veces me siento 'en deuda', quizás ese espacio era para alguien mucho más fanático del fútbol. Pero se dio de casualidad", rememora.
A la distancia, Cejas se emociona cada vez que le hablan de su vivencia mexicana. También, asegura, le da vergüenza. "Soy tímido y a veces me mandan pedidos de amistad en Facebook desde Venezuela, Colombia, desde países lejanos. Es raro, es ahí cuando entiendo la locura que Maradona genera en muchas personas. En la Copa América 2011, en Santa Fe, vinieron un montón de colombianos a mi panadería. Les despertaba curiosidad".
El Mundial de Brasil 2014 sirvió de reencuentro para Cejas y Maradona. Antes, el santafecino asistió a algunos encuentros en la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994, época en la que vivía en ese país, pero no pudo ver a Diego. Río de Janeiro, entonces, significaba la posibilidad de tener nuevamente cara a cara al hombre que había subido en sus hombros 28 años atrás. En el medio, presenció los choques con Bosnia, Irán, Nigeria y Suiza. "Volví a ver a Diego porque fui al programa de Víctor Hugo Morales, que también contaba con su participación. Me contó que en una charla en Dubai, con amigos, miraba fotos de México y les preguntaba: '¿Quién será el tipo que me llevó en andas? Es raro, porque nunca apareció'. Encontrarme con él fue hermoso. Ese día, Maradona no sabía nada, se sorprendió", explica.
La mañana del 30 de junio de 1986, Roberto se despertó y enfiló directo hacia un kiosco de diarios del DF mexicano. La mayoría de las portadas reflejaba el triunfo del equipo conducido por Carlos Bilardo. La foto principal, claro, mostraba al mejor futbolista del planeta alzando la copa en la vuelta olímpica. "Me compré todos los diarios y me los traje para guardarlos. Yo estaba ahí, abajo de Diego".
Abajo de Maradona estaba Roberto, el hombre que sin buscarlo se convirtió en el actor de reparto de un momento único.
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