lunes, 11 de julio de 2016

Richard Kuklinski... La mejor entrevista al sicario más frío del que se tienen registro. Un conocido médico Psiquiatra lo entrevista y le da un diagnóstico al final.





Richard Kuklinski era un psicópata/paranoide, jactancioso, cruel, despiadado, frío... y enorme. Medía 1,96 mts. y pesaba 140 kg. Pero más allá de su imponente apariencia, había algo que lo diferenciaba de todos los otros reclusos que compartían el espacio con él tras las rejas de la cárcel de Trenton, en Nueva Jersey. Kuklinski no era un reo ordinario. Nadie se atrevía a meterse con él... ni siquiera los guardias. Incluso con sus 81 años, la mayoría prefería alejarse de "The Iceman", porque sabían que era un asesino violento e impredecible. Ante la menor provocación, Kuklinski podría matar a cualquiera con sus propias manos, y eso todo el mundo lo sabía muy bien. Con más de 200 asesinatos encima, el apodado "Hombre de Hielo" sencillamente no necesitaba presentación.


Víctima de Kuklinski



Richard en prisión
Durante más de 20 años, Richard se había hecho un nombre como el más temible sicario de la historia de la mafia de Nueva York. Capaz de asesinar a un hombre incluso por mirarle de mala forma, Kuklinski resultaba tan intimidante, que sus propios compañeros de correrías le temían. Después de todo, había matado a varios por considerarlos un estorbo o porque, simplemente, se había aburrido de ellos. Ni siquiera los mafiosos, que contrataban sus servicios, se sentían a salvo ante su presencia. Aun así, comenzó trabajando como matón para, posteriormente, convertirse en uno de los más temibles asesinos a sueldo de la historia moderna.


El pequeño Richard tomando su primera comunión.

Nacido el 11 de Abril de 1935, Richard Leonard Kuklinski tuvo una infancia terrible. Hijo de Stanley y Annah Kuklinski, era el menor de tres hermanos varones. La vida de los Kuklinski, se veía regida por los excesos fanático/religiosos de su madre, y el alcoholismo y violencia extrema de su padre. Las peleas entre Stanley y Annah era muy violentas. Stanley llegó, incluso, a apuñalar a su propia mujer en la espalda, aunque no la mató. Menor suerte tuvo uno de los hermanos de Richard, Florian, quien, de un puñetazo, fue desnucado por su propio padre en 1940. La familia hizo pasar este crimen como un accidente. Declararon que el chico había muerto tras caer por las escaleras. Nadie sospechó nada.
Varios años después, el otro hermano de Richard, Joseph, fue condenado por la violación y el asesinato de una menor de 14 años.


Stanley y Annah Kuklinski, los padres de Richard

Las golpizas eran pan de cada día en casa de los Kuklinski. Stanley tenía mano dura con sus hijos, estando borracho o sobrio. Annah no paraba de gritar y rezar, algo que enfurecía a su esposo; pero tampoco tenía reparos en golpear a sus hijos con el palo de la escoba. Para aquel entonces, cuando Richard tenía 10 años, los primeros rasgos de su psicopatía se hacían evidentes. Torturaba y asesinaba gatos y perros sin mostrar emociones. En el colegio, era un chico solitario y frío, completamente indiferente. Debido a su personalidad solitaria, comenzó a ser molestado por algunos chicos del barrio, hasta que a la edad de 13 años (en 1948), comete su primer asesinato. Siguió a uno de sus agresores (un chico llamado Charley Lane, de 16 años) hasta que lo encontró solo. Lo mató a golpes con una pala de madera, le sacó los dientes con un martillo y le cortó las puntas de los dedos con un hacha, para que su cuerpo no fuese identificado. Finalmente, lanzó el cadáver por un puente al sur de la ciudad y se fue tirando los dedos y los dientes por la vereda. Un crimen brutal y demasiado bien planeado para un chico de solo 13 años de edad. No dejó ninguna pista.
Durante mucho tiempo, Richard había fantaseado con matar a Charley. Cada vez que sus caminos se cruzaban, el chico lo molestaba y humillaba. "The Project Boys" era el nombre de la banda de estos pequeños matones que, constantemente, robaban o golpeaban a otros chicos más débiles. Pero cuando Kuklinski se hartó de huir, las cosas cambiaron. Acechó a Charley, su líder, durante días antes de matarlo.


Richard Kuklinski de niño 

Si bien declaró no sentirse muy cómodo en un principio, este crimen le dio gran confianza en sus habilidades como matón y asesino. No tardó en emboscar a los otros muchachos de la pandilla, y dejarlos moribundos después de sendas golpizas. Nadie más se metería con él "Es mejor dar que recibir" declararía años más tarde.
Durante la adolescencia, Richard obtuvo fama de ser un sujeto violento e impulsivo, que todo lo solucionaba golpeando o intimidando. Solía jugar billar y era bastante bueno. Si ganaba, se jactaba de su triunfo; si perdía... dependía de cómo estuviera de ánimo si la cosa terminaba en pelea o un par de tragos más. En una ocasión fue echado de un bar por armar una pelea. Tres sujetos lo arrastraron hasta la puerta y Kuklinski los siguió esa misma noche. Apuñaló a dos por la espalda, aunque sobrevivieron. El tercero se largó de la ciudad y nunca más volvió.


El joven Richard Kuklinski

Cuando Kuklinski tenía 16 años, cometió su segundo asesinato. Mientras jugaba al billar, un sujeto identificado como "Doyle" tuvo la mala idea de burlarse de Richard delante de todo el mundo. Pocas horas después, Doyle se dormía en su automóvil, cerca del lugar, ignorando que lo habían seguido. Kuklinski había comprado gasolina en una estación cercana y la desparramó al interior del vehículo, para luego lanzar un fósforo y quedarse viendo cómo Doyle ardía en llamas.



Los niveles de violencia de Kuklinski eran inauditos. Solía pelear en casi todos los bares y tugurios que visitaba. Según algunos, nunca perdió una pelea. Su estampa de "chico duro" no dejaba indiferente a nadie... ni siquiera a las familias de la mafia, quienes le habían echado el ojo hace tiempo. Kuklinski podía ser el hombre preciso para ajustar algunas cuentas pendientes con bandas rivales o clientes morosos. Al mismo tiempo. Richard lideraba una banda de jóvenes rufianes, autodenominada "Las Rosas Nacientes". Junto a ellos, realizaba todo tipo de atraco y robo a almacenes. Por aquellos años, aun seguía teniendo problemas con su familia. Stanley era un pendenciero (al igual que su hijo) y alcohólico que solo llegaba a casa a golpear y maltratar a su mujer. Cuando Richard, harto de su presencia, le puso un revólver en la cabeza y le dijo que si volvía a verlo por allí, lo mataría y lanzaría al río, Stanley no volvió a aparecer. No lo hizo por su madre, a quien despreciaba; sino por sí mismo.



"Las Rosas Nacientes" estaban siendo contactadas por la mafia para encargar un asesinato. Kuklinski cumplió sin problemas disparándole a un sujeto en la cabeza. Sus secuaces estaban impresionados por la sangre fría de su líder; pero la banda no duraría mucho unida. Tras un asalto chapucero de dos de los miembros de la pandilla, la mafia ordenó a Kuklinski que los eliminara o los matarían a todos. Richard no tuvo más opción que cumplir. Visitó a sus dos compañeros y les voló los sesos por la espalda. La banda se disolvió y Kuklinski se transformó en el sicario definitivo de la mafia italiana de Nueva Jersey.
Con dinero en el bolsillo y su fama como sicario, Kuklinski comenzó a apostar grandes cantidades de dinero en el juego. Ganaba y perdía miles de dólares cada semana... y se trenzaba a golpes cada vez que podía, saliendo siempre victorioso.
En su tiempo libre, Richard comenzó (lo que podríamos llamar) una carrera paralela de asesino en serie. Mataba por dinero; pero también por placer y lejos de cualquier mandato de la mafia. Paseaba por Manhattan asesinando mendigos, probablemente para perfeccionar sus técnicas homicidas. Les disparaba con pistolas de bajo calibre, para evitar tanta sangre. Apuñalaba en lugares específicos para dar muerte de forma inmediata, como la nuca, el corazón, el oído o el ojo, siempre en dirección al cerebro. También estrangulaba con ayuda de cuerdas, o con sus propias manos, a víctimas anónimas. En una ocasión, ahorcó a un sujeto que dijo algo que lo había hecho enojar. Lo siguió y, con una soga, lo agarró por el cuello y se lo colgó al hombro, hasta que dejó de respirar. Sus casi dos metros de altura fueron suficientes para elevarlo del suelo y morir colgado a las espaldas de su asesino.


La víctima que Kuklinski mató por una bronca de bar. Se puede ver la cuerda con que lo ahorcó.

La ola de asesinatos en Manhattan jamás fue resuelta por la policía, quienes creían que se debían a simples peleas entre indigentes. Algunos de ellos, según Kuklinski, le recordaban a su padre... quizá por algún rasgo físico en particular. Por ello, disfrutaba asesinándolos; aunque se lamentaba de no haber matado a Stanley cuando tuvo la ocasión.


Un Richard recién casado con su pobre y estúpida esposa.  

A pesar de su activa vida como matón y asesino, Richard mantuvo una relación amorosa con una chica, la cual quedó embarazada de él. Esto lo enfureció y trató, incluso, de golpearla en el estómago para que abortara. Aun así, la mujer quería casarse con él, a lo que finalmente accedió. Con ella, podía ser un esposo atento y amoroso y, al día siguiente, hiriente, frío y violento.
En su tercer contrato con la mafia, Kuklinski destrozó vivo a un sujeto, con un hacha, y entregó su cabeza como prueba. No había duda de sus "habilidades" La mafia lo tenía considerado para otros golpes más grandes.
Conocido por aquel entonces como "El Polaco", Richard Kuklinski hacía de cobrador entre los deudores de la mafia. Recorría los lugares que frecuentaban y pagaban sin chistar. Aquellos que se negaban a entregar el dinero, eran asesinados.


Así trabajaba Richard



El primer gran contrato con la mafia, llegó cuando se le encargó asesinar a un importante miembro de la familia. La condición (y bono extra) era que el sujeto sufriera mucho, algo que no le costaría mucho trabajo a Kuklinski. Es así como lo emboscó luego de semanas de estudiar sus movimientos. El sujeto sabía que lo querían muerto y se había enclaustrado en su mansión; pero en una salida descuidada, Richard asesinó a su chofer y aprovechó la ocasión. Primero lo dejó sin sentido y lo metió al maletero de su coche. Lo llevó hasta un desierto en donde le quebró las piernas con un bate de baseball, para luego partirle el cráneo a golpes. El encargo incluía la petición de introducirle por el ano sus tarjetas de crédito y lanzarlo al río. Así lo hizo, aunque el cadáver nunca apareció.
Linda, su mujer, tuvo un segundo bebé. Sin embargo ya estaban muy distanciados. El problema es que Richard la consideraba de su propiedad, y cuando la descubrió teniendo sexo con un amigo, estalló en ira. La golpiza que le dio al joven fue monumental, rompiéndole casi todos los huesos. A Linda le cortó los pezones... pero le perdonó la vida.
Luego de otros asesinatos por encargo, las cosas se habían vuelto complejas en la familia. Se había declarado una guerra de mafias en la cual, prudentemente, Richard decidió descartarse (algo muy raro en él) luego de que uno de los capos fuese asesinado de un tiro en la cabeza.





Kuklinski, que ahora contaba con más tiempo libre, comenzó a cortejar a una chica llamada Barbara, hasta que consiguió salir con ella. Poco tiempo después, la muchacha quedaría embarazada; pero después de una golpiza, propinada por Richard, perdería a su bebé de cinco meses de gestación. Por increíble que parezca, se reconciliaron... y Barbara volvió a quedar embarazada.
En vista de que la situación económica no mejoraba, Kuklinski debió buscar empleos honrados; pero no tardó en comenzar a planear robos para aumentar sus dividendos. Todos ellos incluyeron asesinatos de guardias de seguridad o sujetos que, simplemente, estaban en el lugar y la hora equivocada.
A pesar de ser un asesino frío y calculador, Kuklinski no era un sicario especialmente sanguinario. Prefería matar con estilo y de forma limpia, a menos que el encargo incluyera una clausula que exigiera un mayor derramamiento de sangre o tortura (que era la mayoría de las veces). De todas formas, le daba lo mismo.





Durante esos años, se enteraría del crimen cometido por su hermano Joseph, quien violó y asesinó a una niña de 14 años, al lanzarla desde un edificio. Cuando se cercioró de que esto era cierto, dejó de hablarle para siempre. Kuklinski era un asesino implacable; pero jamás mataba niños ni mujeres, ni tampoco violaba chicas o se metía con prostitutas. Esas eran reglas inquebrantables que se había impuesto desde hace muchos años.
En busca de un trabajo que le aportara beneficios económicos, se convirtió en productor de películas pornográficas, aunque nunca asistió a sus rodamientos, pues las consideraba "sucias". Había acudido a la mafia para solventar algunos gastos; pero cuando se encontró en apuros económicos, recibió la visita de unos sujetos que le dieron una golpiza. Uno de ellos era Roy De Meo, uno de los más sanguinarios y brutales asesinos de la mafia. Kuklinski juró venganza; pero primero debía acercarse a él sin despertar sospechas.


                                                   Roy De Meo, uno de los más sanguinarios gangsters de la historia

Con el tiempo, Richard se ganó la confianza de De Meo. Por difícil que parezca, a pesar de su brutalidad, "El Polaco" era un buen conversador y muy convincente. Acordaron hacer algunos negocios sucios, no sin antes superar una prueba de lealtad que le planteó De Meo. Mientras iban en su automóvil, De Meo se detuvo, le entregó un arma y señaló a un desprevenido transeúnte que paseaba a su perro por la calle. "Mátalo" le dijo. Sin pedir explicaciones, Kuklinski salió del vehículo y le disparó en la nuca. De Meo quedó impresionado por la sangre fría de Richard y lo instó a formar parte de su pandilla "Eres uno de los nuestros", le dijo entusiasmado.


El hermano convicto de Richard

Una vez en la guarida de De Meo, Kuklinski se sintió sumamente incómodo con el grupo, sobre todo con la presencia del primo de De Meo, apodado "Drácula". Eran asesinos sanguinarios e inmorales, capaces de estar jugando al póker con un cuerpo descompuesto a su lado, colgando de un gancho para carne. De Meo comprendió su incomodidad y le propuso que trabajara de incógnito. Así, le evitaría el mal rato con sus otros compinches.
Sin embargo, si por un lado Kuklinski era un sujeto paranoico y desconfiado, De Meo no se quedaba atrás. En una ocasión lo humilló frente a sus compañeros, encañonándolo con una UZI. Richard mantuvo la calma; pero se sintió indefenso... algo que lo irritó terriblemente. De Meo, por su parte, bromeaba mientras lo apuntaba; pero también estaba midiendo a su nuevo "aliado". No era estúpido y sabía que Richard se exasperaba fácilmente. Lo que parecía ser una broma de mal gusto, sólo avivó la sed de venganza de Kuklinski.



Richard tuvo un tercer hijo con Barbara; pero las peleas domésticas continuaban. Sus arranques de ira eran imprevisibles, y un momento feliz con la familia se podía volver una pesadilla en cualquier momento. Arremetía contra su mujer, destrozaba los muebles y paredes de la casa, incluso se daba cabezazos contra ellas para descargar su furia.
También sus deudas con la mafia lo tenían intranquilo. Debía una suma de 50.000 dólares y, por ello, no podía matar a quien lo tenía fuera de sí desde hacía tiempo, pues era parte de la familia: Roy De Meo. Sin embargo su suerte cambió cuando se le encargó asesinar a un sujeto de apellido Rotherberg. Productor de material pornográfico extremo (zoofilia, pedofilia), Rotherberg había caído en manos de la policía y había prometido acusar a otros involucrados con tal de contar con algunos beneficios. El cuello de varios miembros importantes de la familia estaba en juego. Kuklinski cumplió su labor de forma chapucera por culpa de Roy De Meo, que se presentó de forma inoportuna justo cuando Richard estaba por asesinar a Rotherberg. Al ver a De Meo (la víctima lo conocía), salió huyendo, y Richard tuvo que perseguirlo para acribillarlo. Estaba muy cabreado, no le gustaba hacer así su trabajo y, sin embargo, la mafia quedó muy satisfecha con la muerte de Rotherberg. No le pagaron por sus servicios... sino que perdonaron su deuda completa y quedaron "en paz". Esto era mucho más de lo que le solían ofrecer a cualquiera que se involucrara con ellos; pero Kuklinski hervía en rabia. Quería muerto a De Meo.




Richard ya no era un simple matón; sino el sicario más importante de la mafia. Ya no estaba merodeando por lo callejones ni persiguiendo a deudores de poca monta, como antes. Si alguien veía de frente a Kuklinski, era porque dejaría de respirar en ese mismo momento. Nunca fallaba. Nunca cometía errores. Era silencioso, limpio, cauteloso y nadie sobrevivía a uno de sus planificados ataques. Era un asesino perfecto, vestido de forma impecable y de presencia intimidante. Para entonces, ya se le había dado en sobrenombre de "The Iceman", debido a su sangre fría; pero también porque solía congelar algunos cadáveres durante meses (incluso años) para después descongelarlos, arrojarlos en algún lugar solitario y, así, despistar a los forenses, quienes al analizar los cuerpos, creían que los sujetos hallados habían muerto hace tan solo 48 horas. De esta forma, Kuklinski siempre tendría una coartada.



Ganaba miles de dólares con cada asesinato que cometía; pero no aceptaba todos los trabajos. No mataba ni mujeres ni niños. Por el contrario, le encantaba asesinar a violadores de menores. En una ocasión, se le encargó asesinar a un cubano que había violado a una chica de 14 años. Viajó hasta Miami, lo sorprendió y llevó a un lugar solitario. Allí, lo amarró a un árbol y le arrancó los testiculos con la mano. Luego le cortó el pene y se lo mostró. Finalmente, comenzó a destazarlo con un cuchillo, hasta destriparlo y lanzarlo al mar para que fuese devorado por los tiburones.






Las peticiones especiales de "extra sufrimiento" le entusiasmaban, y trataba de ser original. A un sujeto lo torturó baleandolo y apuñalandolo en todo el cuerpo, sin tocarle un solo órgano interno vital, durante varios minutos. Después, lo ejecutó. En otra ocasión, le disparó a un tipo en la manzana de adán para ver cuánto tardaba en morir, apostando 50 dólares a uno de sus compañeros sicarios a que no resistía más de cinco minutos. La víctima tardó más tiempo en fallecer, ahogado con su propia sangre. Kuklinski perdió aquella apuesta. También se burló de un tipo que se puso a rezar cuando lo encañonó para matarlo por una deuda con la mafia. Al ver que era creyente, le dijo que iba a esperar 30 minutos para ver si Dios podía salvarlo. Así lo hizo... se sentó en una silla y esperó 30 minutos con una sonrisa de oreja a oreja. Dios no lo ayudó... el sujeto moriría de un disparo en la cabeza.



Las historias de "El Polaco" se diseminaban en el hampa casi como mitos urbanos. Pocos podían dar crédito a los terribles crímenes que se le atribuían. Corría el rumor de que a algunos hombres los había atado y dejado en cuevas plagadas de roedores, los cuales terminaban comiéndolos vivos. Cuando comenzaron a aparecer fotos y videos, que el mismo Kuklinski grababa de este salvaje método, nadie podía cuestionar su impresionante nivel de sadismo. Ni siquiera los hombres que habían solicitado los asesinatos, soportaban ver una de esas cintas completas... sólo Kuklinski las veía una y otra vez. Según él, le desagradaban... las encontraba asquerosas. Por primera vez en su vida creía sentir asco por algo, y le produjo curiosidad. Asesinar, destripar, torturar, mutilar, quemar o fracturar a una persona, jamás le produjo nada. Mataba como un autómata sin emociones. Ver cómo las ratas se comían vivo a un hombre que gritaba y lloraba de dolor, le llamó la atención, y lo incluyó definitivamente dentro de su lista de servicios. Con el pasar del tiempo, debió alejarse de la cueva de las ratas. Según contaba, las ratas se comían los cuerpos de forma compulsiva. No dejaban carne, ropa ni huesos. En un principio, las ratas esperaban que Kuklinski se fuera para comenzar su festín humano; pero con el pasar del tiempo, ya no esperaban que se fuera para atacar. De hecho, lo esperaban y chillaban cuando llevaba a algún infortunado, y comenzaban a morderlo a penas Richard lo dejaba sobre el suelo. Los roedores habían crecido demasiado... casi del tamaño de un gato bien alimentado. Ya no le temían.



Los asesinatos de Kuklinski seguían dando de qué hablar. Comenzó a utilizar una fina aguja con cianuro, con la cual pinchaba a su víctima sin que esta sintiera el pinchazo si quiera. Minutos después, el objetivo fallecía en medio de terribles convulsiones. Esto fascinó a Richard, que prefería refinar su arte y no caer en la carnicería absurda que proponía De Meo. El uso del cianuro, prácticamente invisible en el organismo si se suministra en la dosis correcta, lo obsesionó. Muchos murieron sin saber qué les había pasado. Conocido es el episodio cuando junto a unos ladrones de banco, Kuklinski realizó un gran robo. Debido a una disputa a la hora de repartir el dinero, Richard decidió calmar los ánimos repartiendo unas hamburguesas del Mc Donald a sus hambrientos compañeros. Envenenó todas las hamburguesas, excepto la suya. Se quedó con todo el botín, terminó de comer su hamburguesa y se reunió con el hombre que le había conseguido ese trabajo... y también lo envenenó.
A pesar de que Kuklinski era uno de los más famosos sicarios del hampa, pocos sabían de su existencia. Se hablaba, en los medios de comunicación, de los diversos y crueles atentados de la familia; pero no sabían nada relevante sobre la identidad de "El Polaco". Era un fantasma y la mafia lo encubría. De hecho, aquellos que lo conocían y sabían de lo que era capaz, jamás lo delataron, obviamente por miedo. Sin embargo, en el mundo del hampa, Richard era bien conocido por sus múltiples e impecables "trabajos". Era temido y respetado; pero De Meo y su grupo de psicópatas eran la excepción.



De Meo invitó a Kuklinski a un paseo en barco junto a sus amigos. Kuklinski no quería ir; pero no podía hacerle ese desaire. Después de todo, era parte de la familia, así que aceptó. Una vez en alta mar, detuvo la embarcación en una zona plagada de tiburones y acusó a uno de sus compinches de ser un soplón. Le disparó en el rostro al chico del que sospechaba y lo lanzó vivo al mar, para que fuera devorado por los escualos. Kuklinski recordó a "sus ratas". Al parecer, Roy De Meo utilizaba una técnica similar para deshacerse de sujetos indeseables.
Tiempo después, De Meo vuelve a llamarlo, esta vez para ejecutar un arriesgado plan. Uno de los grandes de la mafia debía morir. Los hombres de Roy estaban dispuestos a ejecutar el plan; pero él quería contar con la ayuda de Kuklinski. Este aceptó, y juntos ejecutaron uno de los golpes de la mafia más bullados en esos años: el asesinato de Carmine Galante, del clan de los Bonano. Las fotografías de la masacre dieron la vuelta al mundo.


Kuklinski fue quién mató al Capo Carmine Galante, uno
de los golpes de la mafia más escandalosos de la época.

En sus andanzas como sicario, Richard conocería a otro asesino a sueldo, llamado Robert Pronge. Hicieron buenas migas pues Pronge era muy similar a él. Mataba por diversión y le enseñó una técnica de asesinato aun mejor que la aguja con cianuro de Kuklinski. Se trataba de un aerosol de cianuro, que mataba con el contacto en la piel. Pronge lo invitó a probarla con algún tipo de la calle, y Kuklinski quedó fascinado al comprobar que funcionaba a la perfección. Años más tarde, tras las rejas, diría que De Meo y Pronge fueron los sujetos más peligrosos que había conocido en su larga carrera como sicario.


            Robert Pronge utilizaba de tapadera un camión de helados para seguir a sus víctimas

Richard sentía que con De Meo a la cabeza, nada podía salir bien. Era demasiado sanguinario y paranoide. En cualquier momento podía dispararle en la cara, como al muchacho de la embarcación, por el hecho de sentirlo como una amenaza. Pero sus preocupaciones crecieron aun más cuando se encontró uno de los cadáveres que pensaba había hecho desaparecer. La policía le interrogó; pero no pudieron relacionarlo con nada... sin embargo esto lo desesperó. Como si fuese poco, su amigo Robert Pronge estaba logrando ponerle nervioso. Era un asesino tan frío como él, y sus métodos para matar, elaborados y maquiavélicos. Le confesó a Kuklinski que debía asesinar por encargo a una familia entera, y que tenía contemplado hacerlo envenenando el agua del embalse donde vivían. No le importaba matar a todo el pueblo si cumplía con su misión. En otra ocasión, Pronge le ofreció dinero a Kuklinski para que matara a su esposa e hijo... Richard no podía creerlo. Inquieto por estas actitudes, un día lo visitó y lo baleó cuatro veces por la espalda. Al parecer, Pronge era un sujeto tan extraño e impredecible como él mismo, y eso lo puso sobre alerta de inmediato.


                                        Robert Pronge, tras ser asesinado por Kuklinski

Poco tiempo después, Richard fue llamado por De Meo. Consumido por las drogas, el alcohol y la paranoia, estaba desesperado. Había cometido demasiados errores y asesinado a demasiados amigos... estaba solo y sabía que tenía los días contados. Kuklinski se dio cuenta de la oportunidad y lo baleó sin compasión mientras se encontraba en su auto. Nadie lo echó de menos y Kuklinski no debió temer ninguna represalia... sin embargo las cosas ya se habían complicado bastante, pues un tenaz detective estaba tras la pista de Richard y unos ladrones de casas, aunque ignoraba la magnitud de lo que se venía encima.
Kuklinski sabía que sus crímenes estaban siendo demasiado difundidos y comenzó a ponerse nervioso. Algunos de los sujetos con los que debía trabajar, por ordenes de la mafia, solían alardear de sus andanzas en bares y tugurios, algo demasiado arriesgado para un sujeto sigiloso como él. 
Ayudado de un poco de intuición, Patrick Kane (el detective que seguía la pista de Kuklinski), estaba seguro de que, a parte de los negocios sucios en los que figuraba su sospechoso, era un asesino. Había escuchado un par de historias que le involucraban en dos asesinatos encargados por la mafia; pero no tenía ninguna prueba. Tampoco se imaginaba que aquel hombre al que comenzó a vigilar de cerca, era el asesino de más de 200 personas.



Obsesionado con el grandullón de casi dos metros que tenía entre ceja y ceja, Kane decidió ir a molestarlo a su propia casa... después de todo, lo había estado investigando por casi seis años y ya era hora de tomar algunos riesgos. Acompañado de un agente de policía, lo interrogó sobre unos cuantos asesinatos atribuidos a la mafia. También le preguntó por Roy De Meo. Kuklinski se contuvo y los echó de su casa cortés; pero fríamente. Sabía que la cosa no iría bien y se sintió amenazado... decidió, en ese mismo instante, que el detective Patrick Kane debía morir.
Obviamente no sería fácil asesinar a un policía. Kuklinski comenzó a seguir a Kane; pero era un blanco difícil. Es por eso que tuvo que acudir a algunas de sus "amistades" de la mafia para conseguir cianuro. Había decidido utilizar el spray para matar a Kane. Lo que Richard no sabía, era que el nuevo proveedor de cianuro con el que contaban, era un policía infiltrado que Kane había colocado varios meses atrás en los círculos del hampa. Bastaron un par de conversaciones telefónicas grabadas, en donde Richard explicaba cómo utilizaría el cianuro y su experiencia con él, para que la policía contara con suficientes pruebas para detenerlo, y así fue. En una redada fuera de su casa, Kuklinski fue reducido, a la fuerza, por varios policías, mientras gritaba amenazas de muerte por doquier.






Richard Kuklinski fue detenido en 1986, y condenado a cinco cadenas perpetuas, más otros 30 años por otro homicidio. Todos los demás asesinatos fueron imposibles de investigar, debido a que la mafia los encubría y no habría colaboración.
Detectives, abogados, policías, periodistas, psicólogos, psiquiátras, criminólogos y escritores se peleaban por una entrevista con Kuklinski, y este los recibía sin problemas. Grabó dos documentales en los cuales narró, sin ningún tipo de emoción, los más bestiales asesinatos. Declaró que no se arrepentía de nada y que volvería a hacerlo.





La cantidad de asesinatos cometidos por Kuklinski es tan larga y variada, que es imposible detallar cada uno de ellos. Se han tratado de destacar, en este documento, los más relevantes o curiosos pero, sin duda, he quedado corto. No he podido precisar los detalles del asesinato de, por ejemplo, Castellano, otro de los capos más importantes de la mafia, y en donde Kuklinski tuvo una participación activa, al igual que el crimen de Jimmy Hoffa, entre otros.


Paul Castellano, otro Capo víctima de Kuklinski

Kuklinski falleció el 5 de Marzo del 2006, supuestamente por causas naturales. Según su familia, poco antes de morir, Richard les comentó que sospechaba que estaba siendo envenenado. Nada raro si pensamos que Kuklinski estaba dispuesto a confesar algunos encargos de la mafia, en donde el principal afectado podría ser Gambino, otro de los capos. Con la muerte de "The Iceman", Gambino quedó absuleto. La autopsia de Kuklinski no reveló ningún tipo de sustancia venenosa.








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