lunes, 25 de julio de 2016

Entrevista a H.R Giger, el siniestro y genial creador del monstruo de la película "Alien" en su casa y taller en Zurich-Suiza


La entrevista subtitulada empieza a los 3:30 min.

HR Giger... mucho más que  Alien


Giger trabajando durante el rodaje de Alien, 1979
En diversas necrológicas publicadas a raíz de la muerte del gran Moebius (por supuesto, no en la de Jot Down), se insistía en otorgarle erróneamente la autoría del diseño de Alien (1). No, Alien es la criatura de HR Giger (Chur, Suiza, 1940), un artista surrealista a quien contrató Ridley Scott para diseñar el ente extraterrestre del film del año 1979. Al director de cine le fascinó la desasosegante atmósfera que se palpa en la obra de Giger y trabajó con él para crear la forma de vida alienígena que se ha convertido en uno de los iconos del cine de terror. Pero, ¿quién es HR Giger?


Inicios como dibujante y pintor

Así es como se forjó un nombre en el panorama artístico internacional. Aunque su fama se debe al manejo magistral del aerógrafo, sus primeros trabajos los realizó con tinta u óleo. En la década de los 60, en plena Guerra Fría y con Suiza sopesando la delirante idea de fabricar su propia bomba atómica, Giger se obsesionó con los posibles efectos que tendría sobre el ser humano el estallido de un conflicto bélico nuclear a gran escala. En su serie Los niños atómicos (1967-68), realizada con tinta, en pequeño formato y mucha mala baba, se vislumbra lo que va a ser el estilo característico del suizo, con oscuras escenas donde se representan figuras antropomórficas que padecen malformaciones debidas a la radiación (que será un tema recurrente en su obra). También experimenta en la serie Pozos (1966-68) con los conceptos de escaleras infinitas y laberintos, como metáfora del descenso a los terrores más recónditos de nuestra mente.
Máquina paridora, 1967. Tinta sobre papel sobre madera. 170x110 cm. El útero se transforma en el cargador de una pistola automática que dispara al mundo bebés bala, a su vez armados. Como se aprecia en obras como esta o con el inquietante Paisaje XIV, Giger no tenía un especial afecto por los bebés, que confesó que le aterrorizaban. Los bebés. A él. Manda huevos

Su obra más conocida en tinta es Máquina paridora (1967), donde traza una mordaz crítica a la violencia y la superpoblación. Para el anterior dibujo aprovechó sus conocimientos en armas de fuego, una pasión que tenía desde niño: en diversas entrevistas y publicaciones ha afirmado que no recuerda ningún tipo de trauma infantil, pero que desde muy corta edad le gustaba esconderse en sitios oscuros y jugar con pistolas, que sentía una fascinación morbosa por la imagen del Jesucristo crucificado, que en el instituto se sentaba en la fila de atrás a la izquierda donde solía masturbarse y que fue virgen hasta los 21 años, fecha a partir de la cual ha vivido obsesionado por el sexo. En definitiva, una infancia y adolescencia que hace frotar las manos a cualquier psicoanalista y que encaja tan perfectamente con las líneas maestras de su obra que incluso podría parecer una estrategia de marketing.

El aerógrafo

Y ahí andaba Giger, con sus peculiaridades y manías, jugueteando con tinta y óleo (2) hasta que en el año 1971 ocurrieron dos hechos que cambiaron su carrera artística para siempre:

A)   Conoció el aerógrafo, una técnica que comenzaban a utilizar artistas hiperrealistas y que le permitía plasmar con gran rapidez sus ideas sin necesidad de bocetos ni correcciones; solamente aplicando finísimas capas de pintura que surgían desde lo más profundo de sus subconsciente, sin contacto físico con la superficie donde pintaba, y gracias a un aparato que se asemejaba a una pistola, una de sus pasiones infantiles como hemos comentado.

B)   Descubrió las connotaciones sexuales del sistema de recogida de basura de Colonia, cuyos camiones tenían un peculiar mecanismo para volcar los contenedores en el interior del depósito a través de una estrecha abertura.

A partir de la obra Passage X, ejecutada con aerógrafo, su fama se propaga y las pesadillescas uniones de máquinas y sexuales organismos biológicos, que ya experimentó en la serie Biomecanoides (y que dará nombre a su estilo en general) de 1968, se convierten en la marca de la casa.

Passage XXIX, 1973. Acrílico sobre papel sobre madera. 100x70 cm. Un análisis simplista concluiría que el sexo es mecánico y el pene, basura. Pero las interpretaciones de esta obra varían desde el sadismo a la castidad: la grandeza del arte
No deja de ser paradójica la utilización de una técnica como el aerógrafo, empleada en retoque fotográfico e hiperrealismo, para representar los tétricos mundos de Giger, escenas fuera de toda la realidad que cada vez son más oscuras y siniestras, combinando sus estructuras biomecánicas con iconografía esotérica. Es tal el dominio que llega a alcanzar que él mismo suele contar un incidente que tuvo en un aeropuerto holandés, donde los agentes de aduanas registraron su equipaje y se alarmaron al examinar alguna de sus obras, exigiendo que Giger explicara de dónde había sacado “esas macabras fotografías”.

Su dominio de la pistola pulverizadora le permitió representar los escenarios que sentía en su interior y que tanto el óleo como la tinta, técnicas más farragosas y lentas, obstaculizaban. Con el aerógrafo es capaz de iniciar una obra desde la esquina superior izquierda, sin ideas preconcebidas, automáticamente, y de la nada comienzan a surgir figuras que hasta hacía un momento ni siquiera Giger sabía que tenía en su interior. Esta forma de pintura automática fue muy utilizada por los surrealistas, interesados en el oscuro mundo del subconsciente y los sueños, de ahí que a Giger se le considere, tanto en la forma como en el fondo, un surrealista. No obstante, en otras ocasiones realizaba trabajos alrededor de temas planeados, como esoterismo, su serie de El Señor de los Anillos o sus obras alrededor de la mitología de H.P. Lovecraft, dejando patente alguno de sus intereses literarios. En cuanto a sus referentes pictóricos, se ha hablado mucho de la evidente influencia de Francis Bacon, Salvador Dalí, El Bosco o incluso de Francisco Goya, pero su estilo es tan inconfundible como personal que, al igual que su obra, está abierto a muchas interpretaciones.

En la década de los 80 comienza a trabajar con plantillas que obtiene a partir de piezas de maquinaria industrial y componentes electrónicos, creando unos ritmos más poligonales que se funden con los biomecanoides o que forman parte de su hábitat, reforzando el mensaje de la deshumanización (desde el punto de vista orgánico y social) de nuestro mundo. A pesar de los buenos resultados que consigue, el uso de plantillas supone un gran trabajo por la precisión que exige, lo que ralentiza su producción con el aerógrafo (que era una de las ventajas por las que lo utilizaba). Finalmente, con la llegada de los años 90, abandona la pistola pulverizadora al considerar que ha agotado sus posibilidades expresivas, dejando tras de sí una producción de más de 700 obras fascinantes, entre las que destacaría Li I (como ya comentamos en otro artículo), Hexetanz, Li II, la serie de trípticos The Shell, Aleph, El maestro y Margarita o la serie New York City… como ven, dejo deberes a los interesados.

Giger y el cine

En el año 1975, a través de un amigo común, Giger entra a formar parte del equipo multidisciplinar que se forma alrededor del inefable y polifacético Alejandro Jodorowsky para rodar una película basada en Dune, la serie de novelas de ciencia ficción de Frank Herbert; un proyecto descabellado en muchos aspectos en el que, para empezar, el protagonista iba a ser Dalí a razón de unos cien mil dólares la hora de rodaje. Giger fue convocado en la casa del pintor catalán para conocer los detalles y condiciones de su trabajo pero no pudo reunirse con Jodorowsky por problemas de agenda, aunque aprovechó el viaje para convivir unos días con Dalí y Gala que causaron una gran impresión en Giger. No obstante, cometió el error de volver a Suiza a solucionar unos asuntos mientras su novia se quedaba en casa de Dalí, quien en uno de sus arranques de genio la convirtió en modelo y pretendió casarla personalmente con un hippie a cambio de supervisar en vivo la noche de bodas. Finalmente, el intento de rodar Dune se desvaneció (3), pero Giger consiguió quedarse con sus diseños (como las sillas Harkonnen) y, lo que es más importante, un integrante del equipo había quedado prendado del estilo del suizo: Dan O’Bannon, el que sería el guionista de Alien y que sugirió a Ridley Scott que el octavo pasajero sólo podría ser creado por Giger. Al observar la serie Necronom (en especial los números IV y V) queda claro que lo que Scott buscaba ya lo había inventado el suizo años atrás.
Necronom II, 1976. Acrílico sobre papel sobre madera. 70x100 cm. El diseño de Alien se basó en la serie Necronom. Desde luego, esta versión podría haber generado escenas un tanto diferentes
Giger, fascinado por el proyecto, se involucró en el mismo al cien por cien dibujando, esculpiendo, pintando e incluso discutiendo con Scott, porque entre otras cosas, los huevos alien los había ideado con una sola abertura, una evidente vagina que el director consideró demasiado terrenal para una civilización extraterrestre, por lo que en el film (que estaba impregnado de imágenes con sexo implícito) la escena más abiertamente erótica se redujo a unos primeros plano del pubis de Sigourney Weaver calzando unas minúsculas braguitas.
Natasha Henstridge (protagonista de Species) en la silla Harkonnen diseñada por Giger para Dune. Dave Cockrum, el creador de la nueva Patrulla X, falleció en su silla favorita, vestido con su pijama de Supermán y arropado con su manta de Batman; tuvo una muerte feliz. Creo que entienden por dónde voy

Huelga decir que el film fue un éxito y que gran parte del mismo se debe a lo creíble que resultó el trabajo de Giger, porque si la criatura no hubiera funcionado en pantalla la trama se habría derrumbado. Hollywood reconoció su mérito con un Oscar y numerosas ofertas para colaborar en películas. Así Giger, que había acabado un poquito descontento por la nula componente erótica de la criatura alien, tuvo oportunidad de desquitarse dos décadas después en Species, donde el ente extraterrestre Sil gozaba (nunca mejor dicho) de un método reproductivo más prosaico que los xenomorfos.

Pero lo que parecía que iba a ser una gran trayectoria cinematográfica se ha quedado en prácticamente nada, porque junto con el rediseño del Alien en la tercera entrega que dirigió David Fincher, su desaprovechado trabajo para Poltergeist 2 y Species 2, y una propuesta para el batmovil para la cinta de Joel Schumacher que quedó en nada, es lo único que  se puede destacar junto a los otros dos films citados, porque ni James Cameron, ni Jean Pierre Jeunet, ni en la franquicia Alien Vs Predator solicitaron sus servicios. En cambio Ridley Scott, conocedor de la eterna deuda que tiene con Giger, ha contado con el suizo para Prometheus, la precuela de Alien que se esfuerzan en hacernos creer que ni precuela ni Alien. En su estreno de principios de junio saldremos de dudas.
Mandíbula retráctil, voracidad sin límite, ácido por sangre, letal cola acabada en punta, aliento infernal... Alien, una auténtica máquina de matar

El mundo de la música

Vista su polifacética trayectoria artística extraña que no se haya arrancado con la grabación de un disco, aunque supongo que sus capacidades melódicas también estén marcadas por su innato talento para aterrorizar. Su trabajo más destacado para la industria discográfica fueron sendas portadas que realizó para Deborah Harry (cantante de Blondie) para su disco KooKoo y para Emerson Lake & Palmer, en su LP Brain Salad Surgery (4), que aparecen regularmente en las listas de las mejores del siglo XX, así como alguna colaboración en el rodaje de videoclips de la primera. Más polémica fue la inclusión de uno de sus trabajos como portada del álbum Frankenchrist del grupo norteamericano Dead Kennedys; el título de la pintura de Giger (Paisaje de penes), da una idea de las ampollas (5) que levantó en ciertas asociaciones religiosas embarcadas en la utópica misión de salvaguardar la moral (su moral) de la humanidad.

También ha tenido relación con la parafernalia rockera, creando el micrófono del grupo KORN (vagamente inspirado en Sil) y realizando un diseño exclusivo para la famosa marca de guitarras eléctricas Ibanez.
Li II, 1974. Acrílico sobre papel sobre madera. 200x140 cm. Basado en su novia Li, es una de sus obras más famosas por la increíble sensación de volumen de la composición, por haber sido utilizada en el videojuego Darkseed y por comercializar McFarlane Toys una reproducción en 3D

Arquitectura y… ¡ferrocarriles!

Además de jugar con pistolas y resto de circunstancias traumáticas que hemos comentado anteriormente, en su infancia Giger fantaseaba con construir castillos y trenes. Una vez convertido en adulto de éxito, le llegó esa inspiración o reacción alérgica que casi todos los artistas suelen sufrir puntualmente a lo largo de sus carreras, en el que se sienten capaces de todo: envió una carta al presidente suizo esbozándole las líneas maestras de un proyecto en el que proponía unir con una red con forma de estrella de cinco puntas los extremos de Suiza mediante una línea de tren de alta velocidad subterráneo (con vagones de tres plantas), coronando las estaciones con pirámides de un kilómetro de altura. Esas pirámides, además de marcar rotundamente el acceso al ferrocarril, servirían para reciclar basura y como lugar de acogida de inmigrantes. Una propuesta escandalosa, sin duda. A diferencia de otros países en los que las paridas de ciertos Artistas se pagan aunque solo sean un croquis en una servilleta, en Suiza no solo no tomaron en serio su idea, sino que no le dieron ni un duro por el borrador. Pero Giger no se desanimó: gracias a sus estudios en Arquitectura de Interiores y Diseño Industrial, ha dirigido las construcciones de algunos bares inspirados en su obra, así como su museo de Gruyères (Suiza), saciando en parte su ansia constructiva.

Su relación con los ferrocarriles no ha sido tan satisfactoria. En Species se incluyó una breve escena onírica con un tren fantasmal debido a su constante insistencia. Insatisfecho con el resultado, tuvo la oportunidad de resarcirse con el encargo de un anuncio publicitario para Levi’s, en el que una atractiva amazona se enfrentaba cara a cara con un tren diseñado por Giger. Toda la sexualidad implícita que conllevaba una mujer montando a caballo (y rodada con gran detalle) que se dirigía al galope hacia una locomotora fálica, se vio frenada por ciertos grupos de presión de empresas ferroviarias que vieron en la escena del salto una invitación a ser imitada (!!!), por lo que la emisión del anuncio tuvo una vida muy corta. Inasequible al desaliento, Giger sueña con construir un tren turístico en su museo para visitar las distintas salas montando vagones en miniatura, idea que aún no ha podido llevar a cabo por el coste económico. Finalmente, se ha tenido que conformar con una especie de tren artístico-de la bruja en el jardín de su casa.

En resumen, una obra polifacética, dramática, barroca, visceral, opresiva, siniestra y tal vez por todo ello, dotada de una belleza hipnótica. Un artista que no deja indiferente. Disfrutemos de Giger.


(1)  De una vez por todas:

— Moebius se encargó de diseñar principalmente los trajes de los astronautas.

— Giger se encargó de idear la parte extraterrestre, tanto la civilización Alien como la del Space Jockey.

(2)  En cuanto a su trabajo en óleo, considero que es menos destacable debido a que en general abusaba de combinaciones cromáticas desafortunadas, que no encajaban con las atmósferas que pretendía sugerir. No obstante, animo a quien sienta curiosidad a que examine la serie Homenaje a S. Becket (1968-69), tal vez sus mejores obras en esta técnica.

(3)  Además de Giger, O’Bannon, Jodorowsky y Dalí, también estuvieron involucrados Pink Floyd, Moebius, Orson Welles… demasiados egos y demasiado presupuesto. Un lustro más tarde, tras el éxito de Alien, Ridley Scott retomó el proyecto contando con Giger, pero nuevamente el coste se disparó. Finalmente, una versión comenzada desde cero, más cara aún y dirigida por David Lynch se rodó a mediados de los 80, pero sin tener en cuenta a Giger.

(4)  El título al parecer tiene alguna connotación relacionada con la felación, así que Giger, ni corto ni perezoso, representó un pene en primer plano junto a una boca femenina. El grupo sugirió al artista suizo que lo suavizara, y disimuló el falo con un haz luminoso. No obstante, si se estudia con atención la portada, se intuye dónde estaba el miembro masculino.

(5)  Han leído ampollas.

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