domingo, 12 de junio de 2016

Gigi Rizzi... el último Playboy


GIGI RIZZI: EL PLAYBOY DEL MAYO FRANCÉS


Una imagen vale más que mil palabras: Gigi con sus jeans ajustados color rojo, una t-shirt negra con el escote abierto, correa de cuero, un pañuelo atado al cuello, la caja de cigarros en una mano y con la otra acomodándose el pelo, caminando descalzo en lo que parece una gran fiesta de Saint Tropez. A su lado Brigitte Bardot, musa del cine francés y madre de todas las it girls, caminatambién descalza enfundada en un diminuto mono de 
estampados búlgaros que deja al descubierto sus esculturales piernas. Esta pareja perfecta, que hasta el día de hoy y con ese mismo look sería portada de cualquier revista del jet set europeo, duró sólo un verano pero impactó con un estilo único: ella, que siempre iba acompañada de los hombres más ricos del mundo, había elegido divertirse con un playboy que no ostentaba una gran fortuna pero tenía el allure y la diversión necesarios para fascinarla por completo. Al menos en aquella
temporada de un mayo francés paralelo al que marca la historia política, donde las playas de la Costa Azul vivían su propia revolución signada por lujosos yates y fiestas magníficas.



“Fue otro mayo del 68, sin cócteles molotov ni barricadas, sino en el caluroso verano de Saint Tropez. Pero la bandera tricolor que voló bajo La Madrague marcó una época también para nosotros, los jóvenes italianos que luchábamos contra los súper ricos de la high europea. Yo no tenía ni la Ferrari ni el Rolls Royce, y tampoco el yate de 30 metros: me jugaba la vida con mi cara, y eso era el desafío más emocionante”. Así arranca el libro Ho Ammazato Gigi Rizzi. Io, BB e l’altro 68. Diario di un seduttore (Maté a Gigi Rizzi. Yo, BB y el otro 68. Diario de un seductor), biografía escrita por el subdirector del Corriere de la Serra, Giangiacomo Schiavi, con jugosos testimonios en primera persona del galán italiano Gigi Rizzi. Y sigue: “Recuerdo cuando Gunther Sachs, ex marido de Brigitte Bardot y playboy multimillonario, bajó de su helicóptero 

vestido de Drácula lanzando toneladas de rosas rojas e irrumpiendo en el puerto. Ante esa escena, revoleé las gafas y me puse a bailar flamenco sobre la mesa con los pies descalzos, pantalones vaqueros y el pelo al viento, y pensé: “vete a la mierda”.
Esta escena define el espíritu de Gigi Rizzi, donde lo importante no era el dinero en sí (aunque gozaba de una buena posición económica, no alcanzaba el estándar de jetsetter millonario) sino esa manera particular y elegante de vivir de fiesta, pasarla entre amigos, vestirse de manera extravagante sin caer en el ridículo y manejar una sensualidad natural que volvía locas a las mujeres (además de su sonado romance con Brigitte Bardot, vivió una historia de amor con la modelo alemana Veruschka von Lehndorff, ícono de los años 60 que protagonizó 11 portadas de la edición estadounidense de Vogue, y fue pareja de Nathalie Delon, la actriz y cineasta francesa que luego se casó con Alain).



Rizzi nació y fue criado en Piacenza, donde su familia era propietaria de una fábrica de ladrillos. No contento con esta vida empresarial heredada, se volcó al mundo de la noche y el jet set, convirtiéndose en un sex symbol de la dolce vita a fines de los 60 y principios de los 70. Durante esos años, su vida transcurrió de fiesta en fiesta con amigos del jet set en Cannes y Saint Tropez, siendo protagonista de la edad dorada que vivió la Riviera Francesa por aquellos años. El epítome de su existencia como socialité estuvo marcado por un fugaz romance de verano con Brigitte Bardot, que fue captado por un fotógrafo de Newsweek y publicado en la 

portada del semanario, colocándolo de manera definitiva en el ojo público del mundo entero. BB era por entonces la mujer más hermosa de Europa, y Gigi el hombre más envidiado. Ella tenía 34 años; él, 24. Estuvieron juntos tres meses, lapso que bastó para darle al italiano un renombre internacional. “Era el modelo de playboy, a pesar de que no tenía mucho dinero. Con un grupo de amigos, un año antes, en 1967, había abierto en Milán la primera discoteca de Italia, la Number One. Tuvo un éxito inmediato, y eso lo llevó a abrir otra del mismo nombre en Roma, en 1969. Todo se vino abajo cuando en 1972 la policía encontró cocaína en los baños”, recuerda el periodista argentino Hugo Beccacece, autor de uno de los numerosos perfiles que la prensa mundial escribió sobre este personaje.


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